
Cuando era chica y esperaba ansiosa a que las paginas del calendario corrieran rápido pasaba mis días mirando por la ventana ver todo congelarse para después derretirse, cuando despertaba por el sonido de las lluvias de abril, mi corazón se aceleraba y yo sonreía, cuando el primer rayo cálido de primavera se colaba en mi ventana mi pulso palpitaba en mis oídos.
El verano llegaba metía todo en las maletas y subía al auto con la música en mis oídos viendo la ciudad alejarse, las horas corrían rápido y al momento ya estaba bajando apresurada del auto para entrar corriendo en la casa solariega de mi familia, las ropa salía volando de las maletas desempacaba las gafas de sol, las sandalias y el bloqueador ,pasaba corriendo entre la cocina saliendo por la puerta trasera hasta el muelle del lago, en unos segundo estaba dentro todo era calmo, hasta que escuchaba los autos llegar y la gente reír los chicos correr y chapotear el agua, eran mis amigos de cada verano a quienes solo veía cuando el calendario lo marcaba nos reíamos sin parar como si nos hubiéramos visto ayer todos tenían algo que contar algo que el invierno les dejo y ahora solo lo soltaban el día pasaba tan rápido que cuando menos lo esperabas el cielo ya estaba teñido de rojos y rosas apunto de el sol ocultarse; entonces dejábamos el lago tomábamos alguna cosa para calmar la sed y aun mojados subíamos al roble gigante que estaba a la orilla del lago allí entre sus ramas nuestras risas eran audibles el calor de la tarde terminaba de secarnos y el verano oficialmente empezaba.
Así pase mi vida cada año era tan diferente como igual, los mismos chico el mismo lago la misma diversión , pero tan diferente cada año un año terminabas dormida en el césped hasta que mama te subía a tu cama aun en brazos otro año hacías promesas de amistad eterna mientras otro hablabas de chicos de corazones rotos e ilusiones nuevas.
En el roble di mi primer beso, en el lago reí como nunca, en la casa de verano platique tantas horas que la luna salio y volvió a ocultarse conmigo aun en la terraza y mis amigos aun hablando sin parar.
Los días pasaban pero yo no lo notaba en el verano no existen los días ni las horas, solo momentos, momento de reír, de nadar, de comer, de dormir, de jugar, de querer, de besar,.............. de decir adiós.
Cada año regresaban los mismos, siempre con algo nuevo, nuevo look, nueva actitud, nuevo novio, nuevas ideas, nueva vida.

Y el lago y la casa solariega se quedaban en la distancia silenciosos y pacientes por el siguiente verano.
B.M